Hoy vamos con una entrada corta en texto pero con muchas fotos que estoy seguro que les gustarán. Hace algunos meses le dediqué una entrada del Blog de Banderas a Namibia cuando hablé de uno de los genocidios más olvidados de la historia en la entrada titulada: Alemania y el exterminio de las poblaciones Herero y Nama en Namibia. En aquella oportunidad les conté que Namibia era uno de mis países favoritos en África y les dije que uno no se podía morir sin conocerlo. Y claro, hoy se los reitero, Namibia es una de las grandes joyas de África. El problema es que con la entrada sobre el genocidio les dejé por fuera las verdaderas razones por las cuales Namibia es absolutamente imperdible… y justamente eso es lo que trataré de resarcir hoy, ¿les parece? Entonces, traigan café y acomódense porque vamos con una visita a la ciudad que a mí más me gustó en todo el país: Swakopmund.
Y aquí tendría que empezar haciendo una aclaración: Swakopmund fue uno de los epicentros de la nefasta y desastrosa presencia alemana en Namibia. La historia de la ciudad nos habla de campos de exterminio en contra de las poblaciones nativas, asesinatos, guerras y despojo de tierras por parte de los colonos alemanes. Uno lee sobre el tema y no puede más que aterrarse del horror que vivieron los africanos en estas tierras desérticas del África Austral. Pero hoy vamos a dejar la historia atrás y nos dedicaremos a mirar la Swakopmund de hoy que, si bien es resultado de todo ese pasado aterrador, se ha convertido en una de las ciudades no sólo más encantadoras sino más hermosas del continente.
Nuestra historia de hoy comienza en Windhoek, capital de Namibia, cuyo nombre en idioma Afrikáans significa “la esquina del viento”. Nos subimos al bus y partimos en un viaje de 5 horas aproximadamente que nos llevaría a través del desierto del Namib – que en idioma Nama significa “lugar vasto” – hasta la ciudad costera de Swakopmund. Durante todo el trayecto, el paisaje empieza con algunos pastizales a lado y lado de la vía y luego de algún tiempo, lo único que se ve es desierto. Y es que no hay nada más que arena… bueno, algunas rocas aquí y allá, pero no hay ni pueblos, ni asentamientos, ni gente caminando por ahí… nada. Es la mismísima y profunda inmensidad del desierto. Les muestro:






Y después de estar más de 5 horas en el bus viendo poco más que desierto, aparece de repente y sin que uno se lo espere, una señal que dice: “Welcome to Swakopmund” al tiempo que unas palmeras empiezan a adornar los 2 lados de la vía. ¿Palmeras en un desierto? ¿En serio? Sí señores. Es una entrada realmente hermosa y la ciudad lo sorprende a uno desde el mismo instante en el que llega.



Pero lo más extraño no ha ocurrido aún. Resulta que uno entra a Swakopmund y espera encontrar una ciudad como cualquier otra en África con desorden, pobreza, algo de basura por ahí y uno que otro conductor psicópata. No señores, no hay tal. Luego de que se acaban las palmeras, la ciudad que aparece ante los ojos del visitante lo saca a uno por completo de África y lo lleva al mismísimo corazón de Alemania. Y es que no sólo la arquitectura y el orden son completamente alemanes, las señales de tránsito, los nombres de las calles, las librerías y los bares también tienen letreros en su mayoría en alemán. Mejor dicho, si no hubiera sido porque mi pasaporte tenía un sello que decía “Republic of Namibia – Entry”, no hubiera creído que efectivamente estaba en Namibia y no en Alemania.
Y es que el lugar es extraño. A pesar de estar en un desierto, las calles perfectamente pavimentadas y demarcadas están llenas de palmeras y pinos y la ciudad está impecablemente limpia y organizada. Más allá, el semblante sombrío que generan la neblina y el frío del invierno se ve desafiado por la cantidad de personas que caminan por las calles sin preocuparse del crimen mientras se toman un café o se beben una cerveza.
Ahora, para contextualizarlos un poco, la palabra Swakopmund proviene de la germanización de las palabras Tsoa-xaub – que en idioma Nama significan “ano” y “excremento” haciendo referencia al lodo que se forma en la desembocadura del río Swakop – sumadas a la palabra alemana Mund que significa “boca” o “desembocadura” haciendo que el nombre completo de la ciudad sea la “desembocadura del ano de excremento”… bastante desagradable, lo sé, pero no me peleen a mí que yo no tuve nada que ver con el asunto. En cualquier caso, luego de esta descripción tan escatológica de Swakopmund, no puedo más que decir que la realidad es radicalmente diferente a su nombre. Swakopmund no sólo es hermosa sino también encantadora y cautivadora.
¿Pero por qué hablo tan bien de Swakopmund? Resulta que al recorrer la ciudad, uno se da cuenta que, como todos los centros urbanos en Namibia, es bastante pequeña… a tal punto que no es necesario un auto para conocerla de un extremo al otro. Las calles están dominadas por edificios coloniales alemanes a lado y lado con una arquitectura y unos colores simplemente hermosos. En medio de los edificios hay parques llenos de árboles con estatuas de alemanes ilustres – aunque, después de saber lo que hicieron, no sé qué tan ilustres puedan ser – o de líderes de la lucha por la independencia de Namibia. Después, la caminata continúa por la vía al lado del mar desde donde se puede acceder al muelle para ver una panorámica maravillosa de Swakopmund dominada por el faro rojo y blanco que se alza entre palmeras al lado de la costa. Al fondo, en la distancia y también al lado del mar, aparece una sucesión interminable de dunas que varían su color entre amarillo, ocre y naranja oscuro que le recuerdan al visitante que la ciudad no es más que un oasis en medio de la inmensidad del desierto. Y aquí una recomendación: no se permita irse de Swakopmund sin haber recorrido las dunas en cuatrimoto y sin haber hecho sandsurfing. Créanme, es una experiencia inolvidable… y si lo hace en medio del frío del invierno verá que Swakopmund es un lugar aún más mágico de lo que usted pensó.
Pero abandonemos las dunas y volvamos a la ciudad. Todavía les falta por recorrer las calles peatonales del centro llenas de cafés, librerías y almacenes llenos de artesanías típicas de Namibia. Les falta también la visita a la estación de bomberos y al museo de Swakopmund que no sólo es bastante interesante sino que tiene al Strand Café justo al lado donde ustedes se pueden sentar, relajarse y tomarse un café al atardecer justo al lado del mar. Ahí mismo, encontrarán las mujeres Nama vendiendo sus artesanías en sus trajes típicos, su piel cubierta de arena roja del desierto y con el pelo lleno lleno de barro rojo que les ayuda a protegerse del fuerte sol namibiano. No pueden perderse los mariscos de los mejores restaurantes de la ciudad: The Tug y Lighthouse Pub & Café y, por último, sería imperdonable que hubieran pasado unos días en una ciudad alemana – por más de que estén a miles de kilómetros de Alemania – y no se tomaran una que otra cervecita en el Swakopmund Brauhaus… les garantizo que no van a encontrar algo más típico que ese lugar. Ahora, ¿les parece si dejo de hablar tanto y les muestro de qué les estoy hablando? A continuación algunas de mis fotos favoritas de Swakopmund:

















































Ya para terminar, no me puedo ir sin dejarles un último consejo. Uno de los mejores planes que hay para hacer en Swakopmund no queda en la ciudad sino a una hora hacia el sur en otra localidad llamada Walvisbaai – es decir, la bahía de las ballenas en afrikáans -. Y aquí algo de historia. Resulta que durante la invasión sudafricana al África del Sudoeste – que es el nombre con el que se conoció a Namibia durante gran parte del siglo XX – Walvisbaai se convirtió en uno de los principales puertos sudafricanos en el Océano Atlántico. Posteriormente, luego de la independencia de Namibia en 1990, el régimen del Apartheid en Sudáfrica se negó a devolver la ciudad al nuevo gobierno namibiano argumentando que la zona había estado bajo el control británico desde 1840 y, en consecuencia, nunca había hecho parte del África del Sudoeste alemana. En consecuencia, la ciudad de Walvisbaai fue un enclave sudafricano completamente rodeado por Namibia entre 1990 y la media noche del 28 de febrero de 1994 cuando el gobierno sudafricano finalmente accedió a devolver el territorio. Más allá de toda esta historia y para fines prácticos de ustedes, los futuros turistas en Namibia, Walvisbaai es completa y absolutamente horrorosa. No hay NADA y la ciudad no es más que un montón de casas feas al lado de un puerto. Y aquí ustedes se preguntarán: si Walvisbaai es un moridero, ¿por qué quiere que vayamos? Y la respuesta está justamente en el nombre de la ciudad. La Bahía de las Ballenas está llena de… sí señores, adivinaron: ballenas. Hagan caso y vayan a Walvisbaai, toman un catamarán y se adentran en las gélidas aguas del Atlántico donde no sólo verán ballenas sino también varias clases de delfines, leones marinos, focas, pelícanos gigantes – casi mutantes – y uno que otro animalito marino más. Es un paseo verdaderamente maravilloso. Eso sí, apenas terminen de ver animales, salgan raudos y veloces de Walvisbaai porque ahí no hay nada más que hacer. Los dejo con fotos:

































Y hasta aquí llegamos por hoy con nuestra visita no sólo a Swakopmund, la ciudad alemana perdida en medio del desierto de Namibia, sino también a Walvisbaai, también en la costa atlántica namibiana. Espero que les haya gustado y se animen a darse una vuelta por el segundo país menos densamente poblado del mundo – por eso es que no ven a NADIE cuando van por las carreteras del país -. Créanme, Namibia es un lugar mágico y no se pueden permitir morirse sin conocerlo. Luego volvemos con algún otro lugar extraño del mundo… por ahora, como siempre, ¡adiós pues!
Suena feo al decirlo, pero es verdad. No parece una ciudad africana, La fea nocion que tenemos de ese continente nos hace olvidar que hay algunos paises como Namibia, Gabon, Botsuana y algunos otros que se estan desarrollando y tienen un buen nivel de vida comparado con el resto. Me encanta la bandera de Namibia, es hermosa por la combinacion de colores y ese sol que los hace casi primos mios. Como siempre amigo Mapache, exelente, felicidades. PD. El perro de mi vecino (Tato) quiere conoserte.
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Es verdad, los estereotipos son una cosa muy complicada. Ya lo dije en la entrada sobre Tirana: el problema no es que los estereotipos sean mentira sino que sólo muestran UNA de las múltiples historias de un lugar. Son incompletos.
Y sí, Namibia es absolutamente alucinante. Yo amé ese país. Asegúrate de ir porque vale mucho la pena.
Y por último, dile a Tato que no, que gracias pero yo paso 😛
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Quedé perplejo con la limpieza y la belleza que redunda en esa ciudad, aunque debo admitir que me hubiera conformado quedando en ignorancia sobre el significado del nombre. Gracias por compartir la experiencia 🙂
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Jajajajaja tiene razón… el nombre es simplemente aterrador 😛
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Fascinante; ¡parece que se acaban de ir los alemanes!
Una joya europea del otro lado del oceano (como cierta ciudad sobre la que tenemos algo pendiente). Un abrazo
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Ayyyyyyy, ¿qué ciudad tenemos pendiente? ¿La de Québec?
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Eso aún no lo sabemos 😛
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Jajajajaja ¿de qué habla? Ya me perdí
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Se supone que era una sorpresa.
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Los alemanes parecen expertos en hacer ciudades… Hasta en un rincón ultramarino tan pequeño y remoto puede apreciarse ese inconfundible toque playmobil.
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Quizas esto me recuerde al pueblo de Frutillar bajo en el sur de Chile, con arquitectura alemana, gente que habla an estilo chileno, el lago Constanza frente a Suiza, perdon, el lago Llanquihue, y las semanas musicales (de musica clasica), el strudel y los kuchenes, su museo al colono aleman, es un encanto de belleza
Pd. Perdona los acentos, estoy con el celular
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Quizas esto me recuerde al pueblo de Frutillar bajo en el sur de Chile, con arquitectura alemana, gente que habla aleman con acento chileno(como segunda lengua de todas formas), el lago Constanza frente a Suiza, perdon, el lago Llanquihue, y las semanas musicales (de musica clasica), el strudel y los kuchenes, su museo al colono aleman, es un encanto de belleza
Pd. Perdona los acentos, estoy con el celular
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¿Tienes alguna foto de ese lugar?
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Varias fotos tengo Sr. Mapache, si quieres te envío por correo, es un lugar muy bonito
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Und welche Sprache spricht man in Swakopmund? ¿hablan alemán? ¿y en Windhoek?
Otra cosa ¿queda algún nucleo de población harare en el pais?
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Sí, en Swakopmund hablan bastante alemán pero hablan más afrikáans. En Windhoek también hablan más afrikáans que alemán pero sí hay una gente que todavía lo habla… sobre todo los viejos.
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Hola, buscando datos y anécdotas sobre París, me encontré con este maravilloso blog. Desde el primer post (Cómo sobrevivir en París) me quedé pegado al blog, y se me hizo imposible dejar la lectura. Felicidades por el blog, tengo algunas dudas e inquietudes que me gustaría consultarlas aquí, así que espero estar en contacto. Saludos desde Lima!
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Hola Tom. Muchas gracias por tus comentarios y bienvenido. ¿Qué dudas tienes? Cuéntame. Saludos desde Bogotá.
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Bueno, pues desde pequeño siempre me ha fascinando la idea de no quedarme en un solo sitio, de salir, de viajar por el mundo, conocer de todo, es más cuando cumplí 5 y ya sabía leer, me sabía las capitales y ciudades más importantes del mundo al tiempo que ya había repasado varios atlas mundiales que a un tío mío le sobraban. Llegó un momento en la época de infante en que muy precozmente decidí convertirme en el próximo Pérez de Cuellar, tener una casa en París junto al Sena, y conocer las 7 maravillas (sí lo se, Machu Picchu está a un paso, pero hasta el momento ni eso conozco). El tiempo pasó, y como nada en esta vida es en vano, el cómo y el cuando empezaron a rondar mi mente; ahora que los 20 están a la vuelta de la esquina, aquellos sueños se encuentran en una etapa de metamorfosis donde una ligera preocupación empieza a merodear. Al toparme con tu blog y la descripción sobre “El Autor” me pregunté: ¿Si esa es la manera de viajar por el mundo sin ser un Ban-Ki-Moon o algún Bill Gates, Porqué tal vez no seguir sus pasos?
Actualmente estudió administración, no por que me apasione sino por cierta voluntad de mis padres. Siempre me atrajeron los idiomas, por lo que me quedé alucinado al saber que dominas 5 lenguas. Al grano, y para ya no atraer más bostezos sobre la historia de la “mia vita” quisiera saber, si no es mucha molestia o indiscreción, qué haces exactamente en tus trabajos por los cuales viajas tanto; o también qué estudiaste para llegar a ser/hacer lo que hoy día nos cuentas.
Una vez más reitero mi admiración, y porqué no, asombro por lo que eres y cuentas a diario en, a mi criterio, uno de mis blogs favoritos. Gracias!
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Tom, interesantes pensamientos. Mira, envíame tu correo a blogdebanderas@gmail.com y así te contesto largo por ahí para no dejar cartas de 3 páginas aquí en la entrada, ¿vale? Espero tu correo. Saludos desde Bogotá.
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Vaya que manera más poética de escribir, a mí también me encantaría conocer Machu Pichu, un primo mío conoce y dice que es precioso
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Pregunta. ¿Los Newbaster tienen algún tipo de autonomía, real o ficticia?
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Comentario banal: Hay que fijarse en lo monumentales que parecen casi todas las ciudades si se prescinde del “adorno” humano. Esa presencia lo emponzoña todo. De todas formas, supongo que algunas negritas de vez en cuando pueden adornar
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Maravillosas fotos y fantástica entrada.
Saludos desde San Diego!
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Gracias Sherlock… ahora la pregunta es: ¿tú qué haces en San Diego?
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Jajaja!! Estoy de viaje de placer por Las Vegas y toda California… Y, por supuesto, he pasado la frontera y he ido al muro de la playa entre Tijuana y USA: me moría de ganas!! Estoy preparando una crónica para el blog hermano!
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Es increíble como pueden quedar restos de un país en otro 🙂 Me ha gustado,felicidades,Mapache!!
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¿Sabes que es es mucho más común de lo que crees? Pásate por la ciudad de Québec en Canadá y verás una reproducción de Francia, pásate por Cartagena de Indias en Colombia y verás una reproducción de España. No es tan raro. Saludos y gracias por tus comentarios.
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Como pocas veces lo escribo: Espectacular entrada; raro que en tus fotos no salga gente…
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La verdad es que gente sí había… lo que pasa es que yo espero que pasen para tomar la foto. Me chocan las fotos llenas de gente (a no ser que sea India, en cuyo caso es imposible esperar a que pasen) 😛
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Excelente entrada! Gracias por sacarme de la rutina de mi oficina 🙂
Saludos desde Turquía
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Gracias a tí por tus comentarios. Saludos desde Bogotá 🙂
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Excelente, llevo varias semanas leyendo el blog, este es mi primer comentario y me encanta, desde lo documentado de los artículos, hasta ese punto de humor que pones en los comentarios. La verdad me gusta viajar, pero poco puedo hacerlo por mi gran familia (mujer y dos hijos), ya que no me gusta viajar solo y eso repercute mucho en mi bolsillo. Lo dicho, encantado con tu blog. Saludos de un Colombiano en Madrid.
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Hola Andrés… Muchas gracias por tus comentarios. Me alegra que te guste el Blog y espero seguirte teniendo por acá. Saludos desde Bogotá.
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Excelente artículo. Gran trabajo de redacción y fotografía. Good work!
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Muchas gracias Villano. Saludos desde Bogotá 🙂
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Hola, me encanto el relato, te comento que aca en Perú hay una colonia Alemana en un ciudad llamada Oxapampa, debes de visitarla para que escribas algo sobre ella, no paro de leerte.
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No tenía ni idea Luis Fernando. Tendré que ir. ¿Tienes fotos del lugar?
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No tengo la suerte de viajar como quisiera, pero es sólo aprovechar las oportunidades, en mi caso por problema de trabajo he recorrido las 14 regiones de Namibia y trato de hacer reportajes de la belleza de sus paisajes y su gente. Pienso igual que algunos colegas, a veces se tiene una caricatura de África, que algunos tenemos el deber de ampliar el horizonte hablando de las otras aristas que no se conocen, vaya a usted a saber por qué. Me gustó su reportaje de Swakopmund y como parece ser un lugar único que provoca reacciones parecidas yo no pude sustraerme a la posibilidad de hablar de este emplazamiento para que lo conozcan un poco mejor amigos y conocidos. A usted felicitarlo por mostrarnos un poco mejor el mundo en que vivimos.
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Muchas gracias José… Y sí, Swakopmund es alucinante. Uno de mis lugares favoritos en África. Voy a leer tu entrada al respecto y te cuento. Un abrazo desde Bogotá.
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